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“Algunas chicas denuncian recién hoy abuso sexual de vieja data o de años atrás para proteger a sus hermanitos”


–¿Por qué una chica de 17 o 18 años recién hoy se anima a denunciar abuso sexual por parte de su padre o padrastro?

Si bien todo lo que tenga que ver con niñez y adolescencia lo abordan los organismos específicos, llamativamente, este año hemos tenido en el área de Género y Diversidad muchas chicas que se han acercado para denunciar abuso sexual por parte de sus padres o padrastros. Se trata de situaciones de vieja data, cuando eran niñas, que hoy emergen porque las chicas están preocupadas por sus hermanos menores.  Creo que en la población juvenil hay un empoderamiento que se vincula directamente con no tolerar, cuestionar y denunciar esta violencia, que en algunos casos ni siquiera es acompañado por sus familiares adultos y lo realizan en completa soledad.

Son casos llamativos. Se trata de niñas que ya han crecido y ahora, a los 17 o 18 años, se han animado a denunciar a pesar de que la familia se oponía. Considero que el hecho de atreverse hoy tiene que ver con la fuerza del gran movimiento social que es el “Ni una menos”, que les ha dado cierta autoridad y acompañamiento al efectivizar estas denuncias.

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–¿Cómo llega hoy la mujer a situaciones de violencia doméstica que hasta pueden derivar en la muerte?

Durante miles de años, la mujer fue ubicada en una posición de subordinación. No podíamos heredar tierras, acceder a la educación formal, ni teníamos derecho a trabajar en el ámbito público. El hogar era el espacio designado para el desarrollo personal.

Entre los 60 y 70 irrumpe la denuncia política de estas desigualdades y las distintas formas de violencia vienen a disciplinar a las mujeres para que asuman como natural la posición de subordinación. Y en esto se enmarca la violencia en el ámbito del hogar, lugar donde desarrollamos gran parte de nuestra vida y entonces es un escenario común para el control de la vida de la mujer, especialmente cuando el varón entiende que está en riesgo su posición de dominación. A veces emerge la violencia en algunos casos y a veces otros varones reflexionan, interpelan su masculinidad y hasta evalúan si tienen algunos sesgos machistas.

–¿Hay violencia física en el trabajo y en el acoso callejero?

En este ámbito la violencia tiene que ver más con lo simbólico, como ocupar lugares con reconocimiento político o económico. Desde el piropo grosero en la calle hasta la violencia física en el espacio doméstico son formas de legitimar la posición del hombre sobre la mujer. El hogar es donde recrudece la violencia física, porque es, como dijimos, el lugar “asignado”.

–Femicidio: ¿cómo era, cómo es y hacia dónde vamos?

Sabemos que antes ocurrían pero quedaban como un secreto de familia. Lo bueno es que hoy los femicidios los podemos nombrar. Hubo un proceso de quiebre en la sociedad en relación con evidenciar la violencia de género contra las mujeres y estimo que no hay marcha atrás. Hoy hay un plafond social importante que acompaña estos procesos de cambios. Tenemos que incentivar a que la mujer dé el paso para terminar esta relación de violencia.

–Imaginemos que la mujer no conoce  el camino para salir de una situación de violencia. ¿Hay opciones?  Después de la denuncia, ¿adónde voy, qué hago, quién me protege?

Cada situación es particular. Si hay agresión, inclusive con lesiones e imputación al agresor, estamos hablando de una solución más abrupta. Hay que apuntar al agresor y proteger a la víctima.

Pero sucede que hay situaciones donde hay indicios de que esto podría pasar. Entonces, la mujer puede comenzar por asesorarse en los ámbitos públicos, salvo que amerite una denuncia porque el riesgo sea inminente. En cualquier caso, hay que armar un plan de salida.

Esta instancia es confidencial y se da cuando percibimos que estamos en una relación que asfixia y el control es lo único que media. La mujer puede acercarse para pensar la estrategia de salida con profesionales con Dirección de Género y Diversidad, situada España 16 de Ciudad o en las áreas Mujer de cada Municipio.

Otro gran recurso que debemos conocer es que cualquier juez, principalmente de Familia, está facultado para tomar medidas de protección de la mujer. No hace falta una denuncia penal para que el juez tome medidas para proteger a la mujer y ordenar la prohibición de acercamiento, pago de cuota de alimentos, cese de violencia y hasta poner en conocimiento al empleador. En la mayoría de los casos, una orden judicial funciona como límite. Para eso es necesario que se vea que el incumplimiento de las medidas tienen sanción y pueden llegar hasta la prisión preventiva.

En síntesis, existen tres instancias:

  • La estrategia de salida por parte de las áreas gubernamentales enfocadas en la protección de la mujer.
  • Las medidas de protección indicadas por el Poder Judicial, en especial por el juez de Familia.
  • Y en caso de que la situación sea inminente y riesgosa, la denuncia penal, lo que implica el proceso de imputación y detención.

Silvina Anfuso

Es socióloga y estuvo a cargo del área Mujer de Godoy Cruz de 2008 a 2015. También coordinó en Mendoza el movimiento de la agrupación Mumalá. Es profesora de Historia de la Mujeres, cátedra optativa en la Facultad de Ciencias Políticas. Está casada y tiene tres hijas.

Mirá el video:  Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la Mujer. #NiUnaMenos