Estado de las rutas y del tiempo en Mendoza

“Yo no sé si lo que he hecho es arte o habilidad para comunicarme con la gente”


En febrero el Ministerio de Cultura pudo plasmar una idea original para mejorar el aspecto de Casa de Gobierno y transformar los halls de cada piso en un espacio de homenaje y reconocimiento cultural a pintores destacados de Mendoza. Entre ellos se encuentra el Espacio Luis Quesada, en la Planta Baja.

El prestigioso pintor, escultor, muralista y grabadista, ha tenido un papel fundamental en el desarrollo artístico de la Provincia, además de ser el gestor de múltiples iniciativas culturales. Dueño de una originalidad y una identidad muy marcada, Quesada, cuenta con una prolífera producción. Algunas de sus obras pueden apreciarse en espacios públicos, por ejemplo, “La alegría de vivir” y “Quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos”, son murales ubicados en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas y que, en el 2013 fueron declarados bienes del Patrimonio Cultural de la Provincia.

En su casa de Bermejo, en la que vive desde 1983 junto a su esposa Acelí; allí tiene su taller, en el que ha gestado innumerables obras plagadas de color, líneas y curvas. Una sala llena de sus trabajos, iluminada por grandes ventanales, se convierte en el marco ideal para que Luis hable sobre su vida artística y personal, su formación, anécdotas, entre otros temas.

-El pasado 25 de febrero quedó inaugurado en el hall central de la Casa de Gobierno, un espacio con su nombre. ¿Qué sintió con este reconocimiento? ¿El sentimiento va cambiando con tantos homenajes que ha recibido?

-Vaya pregunta que me hacés, no sabría qué decirte sobre lo que sentí. La verdad es que no sé cómo describirte lo que sentí en ese momento. Debo haber hecho alrededor de unas 150 exposiciones individuales, cada una de ellas, al principio, tenía un valor emocional  superior a lo que ahora una exposición puede llegar a tener en el momento en el que se está realizando. No es muy claro para mí lo que sucedió a través del tiempo. Durante todos estos años he trabajado sin tener demasiado claro que lo que estaba haciendo puede ser trabajo.

Luis Quesada 1

-¿Qué lo inspiró para ser artista?

-Cuando era chico admiraba a un tío mío, el tío “Pepe”, tocaba el violín, hizo una escuela y le enseñaba a la gente de alrededor a leer y escribir. Creo que él fue una de mis fuentes de inspiración.

“En aquel tiempo el bien mayor que podía recibir una persona era poder expresarse por medio de la  escritura y él hizo en la casa una especie de escuela donde le daba clases a gente del lugar que no tenía posibilidad de aprender de otra forma que la que él proponía.

“Y estaba en esa tarea cuando llegaron unas personas de la Dirección General de Escuela, atraídas por los comentarios que circulaban en torno a lo que mi tío hacía en Carmensa. Fue así que establecieron la primera escuela del lugar.  La verdad que era un lugar en el que se reunió un grupo de gente muy curiosa, estaba el músico Don Alejo y otra gente que había sido atraída, la mayoría eran anarquistas. Dicen que Don Alejo no mataba ni un mosquito y hay que aguantarse los mosquitos de Carmensa (risas).Era de tal convicción acerca de lo sagrado  de la vida, que si tenía un mosquito acá (se señala el brazo) lo espantaba levemente sin matarlo (risas)”.

-Hace unos días cumplió 92 años ¿Cómo lo encuentran? ¿Cómo toma el paso del tiempo?

-Me gustaría que durara más, sobre todo si tuviese la posibilidad de estar acompañado por mi mujer (Acelí), después de tantos años que nos hemos llevado bien. Me gustaría que se pudieran producir otro poco de años más y que estuviéramos juntos (risas). Parecería ser que algo más de tiempo vamos a estar en este mundo y eso, a mí, personalmente, me satisface y espero que le satisfaga a ella también (risas).

-Usted vive en Bermejo hace ya 30 años ¿Podría contarnos acerca del proyecto que impulsó sobre la radicación de artistas y artesanos en esta zona?

-Lo que sucedió y lo que sucede algunas veces, el tropezón, la mala suerte, hicieron que las cosas se produjeran con muchas más posibilidades de ser en Chacras de Coria que en Bermejo. Y ahí nos quedamos, como si el tiempo no hubiera pasado y que estuviera esperando para pasar, que se convirtieran las cosas en algo distinto que lo que habían sido. Y esperando, hemos estado acá.

-¿Cuál fue el objetivo del proyecto?

-Cuando gané un premio en la municipalidad de Guaymallén, hicieron una reunión en la municipalidad y estaba un tal Agualli, que era un militar, y me ofreció hacer el Palacio de la Cultura. Yo le propuse que en vez de un palacio, hiciera casas para los artistas, y le pareció muy bien.

“Entonces me mandó a trabajar a mí en el proyecto (risas). Él puso gran entusiasmo para que se produjera esto que habíamos dicho de casas para los artistas y ahí nace el Proyecto de Radicación. El objetivo era concentrar a los artistas y artesanos en un solo lugar para que la gente pudiera apreciar su arte”.

-¿Actualmente hay varios artistas en la zona?

-Sí, hay varios artistas. Coincidió que en ese momento también se radicó acá Roberto Rosas. Sin que Roberto estuviese vinculado al proyecto, fue una circunstancia de aprovechamiento de un lugar que tenía la ventaja de estar cerca de la ciudad y poder atender a la gente que viniese con más facilidad que lo que sucedía en Chacras de Coria. De todos modos nunca pudimos modificar la delantera que nos había sacado Chacras, y aquí estamos.

“Sin embargo, acá llegó un momento en que los artistas y artesanos eran 45 o 50, se hacían unas reuniones muy lindas, fue una época de gloria. Recuerdo que Rodolfo Bracelli hizo una nota muy bonita, donde decía que acá, en Bermejo, se había cumplido el sueño de Van Gogh. Empezó a llamar gente de todos lados, de Corriente, por ejemplo; Hangling me hizo una entrevista larguísima por teléfono; vino un grupo de gente de  La Plata, eran 20 personas, contrataron mini bus, y vinieron a conocer a todos los artistas y artesanos”.

-Esa época de gloria, ¿en qué año se desarrolló?

-En 1992 principalmente. Fue realmente muy lindo. Se hacían unas reuniones y se daban unas charlas muy interesantes. Lo que pasó fue que después, las circunstancias hicieron que las necesidades fueran mayores, porque la gente tiene que vivir, y eso no fue posible.

“En realidad ahora hay una radio que se llama “La Mosquitera”, que tiene una publicación de una revista que se autofinancia. Y todo eso fue resultado del encuentro de los artistas y artesanos”.

-Hablando un poco sobre su formación académica, usted estudió en la Universidad Nacional de Cuyo entre las décadas del cuarenta y cincuenta ¿Qué le reconoce usted a la educación formal recibida?

-La verdad que tuve profesores excelentes. Estaban: Sergio Sergi, Lorenzo Dominguez, Víctor de Lez, Cascarini, Azzoni. Fue un grupo de profesores excepcionalmente bueno para lo que sucedió después. Los profesores fundadores fueron desapareciendo por razones naturales de muerte inevitable y quedaron a consecuencia de ello, sus alumnos que no fueron tan buenos. Si yo tuviera que decir, fuimos buenos de intención pero no de realización. No obstante recibo visitas.

-Respecto a su obra en general, si tuviera que describirla, ¿qué nos puede decir?

-Primero empecé pintando acuarelas, esas acuarelas famosas de Carmensa con los cielos rojos. Después de las acuarelas pinté óleos, luego fue una etapa larga la del grabado.

-¿Nos cuenta un poco sobre esta etapa tan significativa de su carrera?

-Hice grabado por una razón muy sencilla. El grabado se puede imprimir, haces un taco y puedes sacar sucesivas copias de ese taco. Y con eso logré agrupar a toda la gente que trabajaba en arte, agruparlos para imprimir trabajos de cada uno de ellos, e hicimos una cosa bastante notable. Tuvimos más trascendencia como grabadores del Club del Grabado, que lo que la Universidad había logrado a través de muchos años. Porque la Universidad tenía una exigencia de lo que se consideraba un grabado terminado, una exigencia a la que no todos los artistas o la gente que trabaja en arte puede acceder. En realidad lo que sucedió con el Club del Grabado fue la permisidad para trabajar en las cosas que cada uno de nosotros podía llegar hacer sin llegar a tener esa exigencia académica y así conseguimos que mucha gente que no había hecho grabado pudiera hacerlo.

“Se compró una plancha de linóleo, lo que no se había hecho antes, yo la corté en tramos adecuados a los grabados y esos trozos los convertimos y los multiplicamos por cientos. Verdaderamente ocupamos un lugar. Encontré la forma de hacer unos tricantos para cortar el linóleo, a unas agujas triangulares, les hice un canal y las afilé hasta ser instrumentos aptos para trabajarlo. La cuestión es que de ese modo produjimos centenares de copias, es más en determinado  momento hice una evaluación del número de impresiones que habíamos hecho y más o menos el número nos daba entre 11.000 y 12.000 grabados.

“La primera vez que salí a vender grabados vendí como 20 y nadie se impresionó. Después hice otro grabado y vendí 53, entonces mis compañeros se enteraron que vendí 53 copias de un grabado y salieron ellos también. Tuve un principio, que fue no publicar lo que ya había sido publicado y que por razones de insuficiencia no lo hubiéramos publicado”.

-Y si hablamos del futuro ¿Cómo piensa que será descripta esta época artística en la que usted fue protagonista?

-Nadie se acordará, tenelo por seguro (risas). Ahora estoy haciendo más esculturas desde que estamos acá, más de 20 años.

-¿Cómo se definiría si le pregunto “quién es Luis Quesada”?

-Yo no puedo definirme, me cuesta, prefiero que lo hagan los demás. Acelí me ayuda algunas veces. Es difícil hablar de uno mismo.

-Más allá de todos los reconocimientos, menciones y premios recibidos ¿Cómo lo ha tratado el mercado del arte de Mendoza?

-Yo ahora estoy con la idea de un proyecto para establecer las condiciones de un mercado, es decir un precio de las obras de los artistas de Mendoza. En Bs. As., esto no es problema, porque hay una demanda suficientemente grande que compra muchas de estas cosas. Tiene una población mucho más numerosa como para que haya interés por la obra de los artistas. Acá no hay suficiente gente, pero en cambio se puede hacer algo que puede traer como consecuencia que empiece a haber un interés por la obra de los artistas. Habrá que esperar a ver qué sucede con el tiempo. Por el momento no hay demasiadas posibilidades de que se produzca un reconocimiento de la totalidad de los artistas, y hay muy buenos artistas, algunos de ellos ignorados ya sea porque han muerto o no, pero hay artistas verdaderamente positivos.

-En su caso ¿Ha podido vivir del arte?

-¿Engañando gente querés decir? (risas) .Yo no sé si lo que he hecho es arte, o habilidad para comunicarme con la gente, esto que ven, el terreno más lo que está edificado lo hice a partir de las cosas que vendía, nadie creía demasiado en lo que yo podía hacer. No recuerdo a cuánto vendíamos el grabado, era una pequeña cantidad de dinero, la cosa era que uno valía poco, 10 valían un poco más y 100 ya era más importante, y eso es lo que yo conseguí. Había gente que adhería a la propuesta del Club del Grabado e iban comprando las sucesivas publicaciones que íbamos haciendo. Hubo casos que nos compraron las 20 publicaciones que habíamos hecho. Fue un éxito.

-¿Qué visión tiene sobre el arte contemporáneo?

-Es lo que ha pasado siempre, que no se sabe en lo inmediato acerca de lo que está pasando. Tiene que pasar algún tiempo para advertir que lo que se hizo ahora va a tener valor en un futuro, pero en este momento no resulta fácil evaluarlo. Pero creo que hoy es muy difícil hacer una evaluación correcta sobre lo que está pasando.

“¿Qué hubiera sido del Renacimiento si no hubiesen pasado 400 años y no se hubiera mantenido el valor de las obras de entonces? Ahora es fácil decir que Leonardo o Rafael son grandes artistas. Hoy se puede decir, por ejemplo, que Cazanne, es un gran artista, y cuando trabajaba, ni la mujer quería ver lo que él hacía, lo consideraba un adefesio. Cazanne fue reconocido después, cuando ya se había muerto, no alcanzó a disfrutar del reconocimiento que la gente hizo de su obra”.